Historia del Colegio Santa Isabel
“Pisadas de Santos y alas de Ángeles”

Madre Carmen eligió un 24 de Abril, porque era el aniversario de San Fidel de Sigmaringa, el primer mártir de la Congregación de la Propagación de la Fe. ¡Corría el año 1890!
¿Cómo sabía Madre Carmen el estado deplorable del beaterio de Santa Isabel? Esas cosas de la providencia: fray Francisco comentó al llegar a su convento de Sanlúcar de Barrameda de predicar a las Clarisas de Marchena, que aquello estaba en ruinas y ninguna Congregación, al ver tal estado se sentía con arrestos para asumir la obra.
Pero Fray Bernabé que escuchaba, sabía que la naciente Congregación de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, de la que era cofundador, tenía empuje para esto y para más.
Y dicho y hecho. En pocos meses todo estaba dispuesto para abrir las manos y el corazón a beata Manuela y su puñadito de huérfanas.
¡La caridad de Cristo les apremiaba!
¡La verdad que comenzar con tanta necesidad, a la que se sumaba una deuda grande, no era nada fácil!; pero Madre Carmen les recodaba cómo en los seis años de andadura de la Congregación, la Santa Providencia siempre las había cuidado, moviendo a generosidad, personas generosas.
Anécdotas
Había tanta escasez, que ni camas ni los utensilios más precisos había. ¡Gracias que la Madre trajo colchones y objetos de Antequera pudieron dormir en camas pero dos en cada colchón y con una sola manta!
Todo faltaba pero no alegría, que de ella rebosaban y contagiaban los corazones de esta comunidad.
Precisamente este gozo les nacía de poder imitar mejor la pobreza de Jesucristo, como enseñara San Francisco. Aunque la Congregación solía mantenerse de su trabajo y limosnas voluntarias y no de la mendicidad la Madre se vio urgida a pedir, pues la situación era extrema.
Ella misma salió a pedir y la primera limosna fueron 10 céntimos, hasta en esto los signos siempre pobres; pero el pueblo reaccionó pronto y se portó muy bien.
Se pedía limosna a la puerta de la Iglesia en la novena de Santa Isabel y en los días de Semana Santa, se realizaban trabajos de bordado y los sorteaban. Las hermanas también lavaban la ropa de las dos parroquias. A esto hay que añadir la limosna anual del arzobispado, los donativos del alcalde y las personas buenas que quisieron ayudar y quedar en el anonimato. El ingenio y la caridad se aunaron se iban teniendo los ingresos necesarios para acometer las obras de reparación de la casa.
Se inicia la fundación con 160 niñas, 102 párvulos y 25 huérfanas. La enseñanza totalmente gratuita, gracias a que algunas familias de economía desahogada, atraídas por el sistema educativo de las Hermanas, hicieron su aportación que ayudaba al sostenimiento del Colegio. El Colegio Santa Isabel gozó de varias visitas de Madre Carmen, una de ellas fue para establecer en Marchena la primera casa de estudios de las hermanas y al frente estuvo Doña Amparo Peláez y Torres. Ella era una señora de 36 años, maestra por oposición y premio de carrera. De buenísima reputación moral y profesional, que mereció muchas felicitaciones en las visitas de la inspección de Sevilla. Las hermanas eran preparadas por Doña Amparo para hacer luego los cursos en la Escuela Normal de Maestras de Sevilla. Esta constante siempre se dio en las hermanas, por un lado la sencillez franciscana pero por otro la exquisitez en estar lo mejor formadas y preparadas posible. La casa Colegio iba creciendo y solidificándose.
Duques de Arcos
Hermoso es recordar cómo esta Iglesia, estos muros, este bello patio, anclaban su historia allá por la mitad del siglo XVI
Fueron los segundos Duques de Arcos: Don Luis Ponce de León y Doña María de Toledo, los que tuvieron el honor de solicitar a San Francisco de Borja, general por entonces de los Jesuitas la fundación de Marchena que fue uno de los primeros Colegios de la Compañía de Jesús en Andalucía.
¡Generosos los Duques que se comprometieron a edificar el Colegio y la Iglesia y lo hicieron con su patrimonio y en ocasiones vendiendo parte de sus joyas!
Tomaron posesión el 18 de Diciembre de 1565 y aquí estuvieron 202 años, hasta que la desafortunada expulsión tuvo lugar en España.
El Colegio se llamó de la Encarnación, y era muy solicitado
